domingo, 7 de abril de 2013

Crónica de un viaje para conquistar


techos coloniales en centro histótico de la ciudad
Hace a penas unos días me sentí conquistador y como Cristóbal Colón me dispuse a emprender un viaje, solo que no lo hice en carabela sino en avión pos estamos en pleno siglo XXI donde existe esa opción, no quiero ahora discernir por cual compañía aérea se hace mejor.
Colón fue en busca del  otro mundo, yo a encontrarme con mi amada, no viví aquel momento cuando se dijo “es la tierra más hermosa que ojos humanos hayan visto” o algo parecido; a mi no me importaba si era hermoso el país o era diferente solo quería descubrir cómo era aquella persona que me llenaba de inquietud, dudas, alegrías, tristezas, ensueños, pesadillas y desenfados.
Parroquial mayor
Ni siquiera pasearía por la capital y en el fondo me alegraba, ni Floridita, ni Hotel Nacional, ni malecón ni tantas historias contadas, mi destino era una ciudad pequeña en el centro de la isla.
Al pisar tierra, más de 3 horas de viaje en ómnibus me llevaban a una aventura; (no, no creo que aventura es la palabra adecuada).   
Mi espíritu de conquistador se enaltecía pos aquella ciudad fue fundada por los españoles en 1514, casi medio milenio de existencia me llenaba de curiosidad, ahora no se si la misma que me provocaba mi amada.
Montañas, pastos y marabuzales  me acogieron durante toda la travesía hasta que al fin un Terminal anunciaba el final de aquel viaje que ni agradable ni desagradable se tornaba.  Mi corazón comenzó a latir y al salir del ómnibus allí una señora me aguardaba: ojos pequeños y  achinados, gestos nerviosos, sonrisa inquieta…
“Este pueblo es pequeño, caminar no hace mal”, me dijo mi amada. Yo todavía palpitante le dije pos claro ándele señora!.
Casas?, nada al estilo siglo XVI, nada de bohíos, solo mezcla de arquitecturas. Carretones alados por caballos, triciclos, coches del siglo pasado.
“Esta es la parte más moderna de la ciudad”, se adelantó a decir mi guía. Llegaremos muy pronto al centro que es la parte histórica, ya verás”
le llaman Bulevard
Así fue que olvidé por un momento mis conquistas de amor para admirar o mirar con sorpresa que no tal vez me aguardaba una curiosa estancia.
Techos de tejas, paredes de mampostería, rejas, calles estrechas, todo indicaba que allí los españoles habían hecho lo suyo. Por allí el tiempo quiso detenerse pero algo irreverente se asomaba.
“Sancti Spíritus, ahora, en aquella época Espíritu Santo”, así dijo mi señora  como adivinando mis dudas.
Sancti Spíritus
Un parque, algunas esculturas, una calle comercial, algunos comercios, algunas cantinas, nada altisonante, personas sonrientes, voces estridentes, algunas veces desenfadas (demasiado para mi gusto), gestos confianzudos, grupos bulliciosos, confianzas exageradas, en fin esa fue mi primera impresión.
Ahorita solo queda ver esa iglesia, ese puente y ese teatro del que tanto se dice de esta villa (de eso también me habló  mi guía: “Esta es al tercera villa fundada por los españoles, aunque Camagüey nos quiere quitar el lugar y desde entonces parece que ambas lo compartimos sin que medien criterios de historiadores”.
Mi conquista de amor aún la llevo dentro, ese el verdadero motivo de mi viaje, pero de ese no voy a hablar ahorita  pues el tiempo contará la historia, este es solo el comienzo de un viaje que me llevará  a desentrañar sentimientos encontrados justamente en la mitad de mi vida donde el ambiente sí tiene mucho que ver para entender casi todas mis dudas.



     

     





1 comentario:

  1. te llevas mi alma y no encuentro la razon, he buscado en el rincon de este terco corazon cual es la razon que pierdo la cordura, cuando me entra la emocion de recordarte tu, mi señora de mi cuento y uno que otro poema,eres lo que mas quiero con locura y con amor

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