Aunque han pasado algunos años, no muchos, apenas 3, en Cuba aín se recuerda el hecho que pricó el derecho a un padre de tener junto a él a su hija, solopor patrañas políticas que nada tiene que ver con la feliicdad de un hogar.
Hoy es bueno retomar el tema porque nada resulta ajeno y es saludable conocer esas pequeñas cosas que hacen el mundo y ocrurren para convertirse en horror.
En 2010 la noticia nos impactó a todos, la primera parte del trabajo
titulado “El rescate de una princesa” se nos hizo cercano pues los
protagonistas eran de nuestra provincia, la historia continuó y aquel
suceso tocó las fibras más sensibles de los cubanos pues un hombre
había luchado por hacer valer su paternidad y lo logró.
Sin
lugar a dudas el amor derrotó insidias y riquezas y de nuevo un retoño
de Cuba retornaba a su lugar de origen, junto a la verdadera familia,
esa que en Cabaiguán pasó días de insomnios y desvelos, esa que olvidó
las fiestas y buenos momentos desde que Rafael Izquierdo viajó a Miami
en busca de su pequeña.
“Yo, realmente soy un
padre, como debe ser todo padre, de mucho amor, de tener a mis hijos
conmigo, a mi lado, de que si se enferman me enfermo yo también junto
con ellos. Mi hija estaba necesitando en aquellos momentos, ya no estaba
con su mamá. No hubiera estado tranquilo aunque ella permaneciera en
casa de otros familiares.”
El recuerdo viene y
va entre los ojos de Rafael que aún se empañan cuando retorna a ese
tiempo en que la niña ya no estaba junto a ningún familiar cercano y a
más de 90 millas de su casa.
“A mi me decían que
estaba bien, que tenía techo, que tenía comida, que tenía médico pero
no me sentí nunca bien; por eso lo que más me impulsaba era el cariño
que uno tiene, el amor ese que le nace a la persona desde que viene al
mundo. Mis padres son así, han transmitido mucho amor y en mi casa la
amistad, la bondad, el amor es algo que sí tenemos por millones, Somos
bastante humildes, como cualquier familia, pero ese amor de familia es
algo que tenemos. Celebramos todo, compartimos cumpleaños, compartimos
fiestas”
“Mi hija era lo único que nos faltaba,
ya no podíamos celebrar esas fiestas que hacíamos familiares, al saber
que ella estaba en otro lugar, con otras personas que ya no eran su
familia, que ya no eran nada. Pensar que era una niña chiquitica,
también, cuando pasó eso todavía no había cumplido los tres años. Ya
debes imaginar!… aquí uno cree que es un volcán, cree que un niño está
metido, yo lo veía desde ese punto de vista, en un océano, está votado
en el medio de un volcán, en el ojo de un ciclón, así lo veía yo; y de
esa manera fue que hice todo lo que hice por tener a mi hija aquí, a mi
lado”
El mundo de fantasías y los millones
prometidos por Joe Cubas, quien pretendió asumir una paternidad sin
derecho, no pudieron romper los sentimientos de Rafael Izquierdo
Álvarez; el padre cabaiguanenese que hoy ilumina con su sonrisa la
imagen de su hija Elizabeth.
“No hay dinero, ni
nada en el mundo que pueda comprar un sentimiento o a cualquier persona.
Hay personas que lo hacen pero no es el caso mío. A mi me ofrecieron
muchos millones, mucho dinero, muchas cosas materiales por el amor de mi
hija, es ahí cuando te das cuenta cuanto vale ese amor… Yo le decía:
“Tú estás equivocado, yo no vendo hijos, ni vendo nada, realmente si
usted quiere adoptar un niño y quiere hacer obras de caridad mire a ver
cuántos hay por ahí huérfanos y desamparados, pero en el caso mío no”. A
mi hija, ni a ninguno de mis tres hijos, no hay dinero que los pueda
pagar, ni nadie los puede comprar.”
En
Estados Unidos, nada fue fácil, los obstáculos se interponían pero el
amor de padre era muy fuerte. Su propósito se hacía latente y la hija,
finalmente, sabría reconocerlo.
“Hay que tener
mucha confianza en uno mismo para eso, saber que yo pude crecer en mi
familia humildemente donde lo único que importa es el bienestar de
nosotros. Como yo crecí con ese amor siempre esperé que ese pacto de
sangre que ubica quién es tu papá o quién es tu mamá ubicara a mi hija.
Puedo decirte que en aquellos momentos no quería que yo fuera su papá,
ni creía que yo era su papá, ni entendía qué persona era yo; también
había una cantidad de personas que la llevaban a que dudara y la
maltrataban sicológicamente porque le hacían drama, le decían cosas como
que yo no era su papá. Sin embargo esperé ese día… que ella me pudiera
decir en cámara … porque todo era filmado y grabado. Después que aguanté
como ocho meses, aguanté insultos, escupías, patadas, aguanté que no
hablaba el idioma, ya hablaba inglés, soporté muchos factores en contra.
Hubo un día, en medio de tantas personas, de terapeutas y sicólogos,
que mi hija me dijo “papi” … me dijo “papi, daddy” se me sentó arriba de
los muslos, me tocó la cabeza …realmente ese fue el momento que allí,
en los Estados Unidos gané a mi hija”
Rafael
Izquierdo Álvarez disfruta ahora en su hogar cabaiguanense de la
sonrisa de su hija Elizabet, ella ahora comparte con sus hermanitos, con
ellos ríe, corre y juega.
“Debido a tantas
cosas que pasé allá, me siento feliz, feliz y hay momentos en los que no
creo que esté viviendo esta felicidad, estoy acabado de llegar pero ya
estoy con mi familia, con mis vecinos. Hoy lloramos pero de alegría, no
por esos 31 de diciembre sin actividad porque faltaba Elizabeth, era
como si hubiera muerto alguien en la familia. Fueron cinco años en los
que mi familia sufrió, ahora celebramos. Yo digo, caballero
pellízquenme, demen una galleta porque no creo que esté aquí, así, en
shores, descalzo como nos gusta andar, comiendo mangos que gotean de las
matas y ver esas niñas que vienen corriendo y dicen: “cárgame papi” y
se tiran …”
El brillo de sus ojos es evidente,
la presencia de la hija hace latir su corazón con gran fuerza pues ahora
siente la tranquilidad de una familia completa.
“El
amor nos desborda, ahora coge cocuyos, vaya ni las estrella se ven
allá, ese cielo azul y estas estrellas nada más se ven aquí, en Cuba. A
veces no lo creo porque aún tengo el trauma de todo lo que pasé, no lo
puedo olvidar así, ni cerrar esa página pero sí se por mi hija, por ella
es que respondo, que es alegría, lo veo en su sonrisa y lo cubana que
es, ahora quiere subir a las matas, coger mangos… eso es lo que me
inspira cada día a seguir adelante y decir: Caballero ya estoy en mi
casa, estoy libre con mi familia, ya podemos fiestar!
Rafael
Izquierdo Álvarez es ahora el protagonista de una historia de amor
paternal que puede ser recurrente en cualquier parte del mundo donde,
tal vez, muchas Elizabeth esperan ser rescatadas.
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